Entrepreneurship, Edition 54

Emprendimiento social en acción

Emprendimiento Social en Acción 1Por: Claudia González, Luis Arciniega y Daniela Ruiz
ITAM

Los emprendedores sociales no quedan satisfechos ni dando un pescado a alguien ni enseñándole a pescar. Son personas que no van a descansar hasta haber revolucionado por completo la industria de la pesca.

La frase es del estadounidense William Drayton, presidente de la Fundación Ashoka, organización internacional para la promoción de emprendedores sociales. Pareciera que, cuando William Drayton escribió estas palabras, estaba pensando en Daniel Russek.

Los días en la universidad
La historia de Fundación Vigas se inicia a finales del 2005, cuando Daniel participaba en la sociedad de alumnos de la Universidad Panamericana. Daniel estaba muy consternado por las pérdidas humanas y económicas que había dejado el huracán Stan. En su calidad de líder de la sociedad de alumnos propuso crear un centro de acopio de artículos para ayudar a los damnificados de Chiapas y Oaxaca. Las muestras de solidaridad y apoyo de los alumnos fueron muy generosas. Al ver la respuesta, Fernando Balzaretti, Director del Montepío Luz Saviñón, le propuso a Daniel que un grupo de estudiantes llevaran personalmente los donativos a las comunidades afectadas y le ofreció que la institución quintuplicaría los apoyos y financiaría el viaje.

La experiencia de ese viaje forjó la visión de emprendedor social de Daniel. El huracán devastó varias comunidades y muchas personas perdieron todo: el techo de su casa, su refrigerador, su cama, y no tenían manera de salir adelante. Habían perdido su patrimonio y no tenían alternativas de generación de riqueza.

Daniel se empezó a preguntar cómo podría apoyar a las comunidades rurales del sureste del país.

Los proyectos de agricultura
El grupo de jóvenes universitarios pensó en impulsar proyectos de acuicultura, que es el conjunto de actividades, técnicas y conocimientos de cultivo de especies acuáticas, tanto vegetales como animales. En realidad, no sabían muy bien qué era la acuicultura, pero les sonaba interesante y empezaron a estudiar de qué se trataba.

Cuando hicieron el análisis de este sector productivo, encontraron en las estadísticas que la pesca tradicional se encuentra estancada, no solo en México, sino en el mundo. En México, el 80% de las poblaciones naturales de peces se encuentran en estado de máxima explotación y el 10% en grado de deterioro. En los últimos 20 años no han crecido las poblaciones piscícolas, pero el número de pescadores se ha incrementado más del 30%. Resultó claro que la acuicultura presentaba una importante oportunidad.

En 2007 se terminó de elaborar el primer plan de negocios de acuicultura de la fundación. La idea era establecer granjas de camarón, que es uno de los productos marinos con mayor demanda y con un alto valor de mercado.

Para contrarrestar la falta de experiencia de los estudiantes, se formó un consejo de dirección y se invitó a empresarios, funcionarios públicos y expertos en acuicultura a formar parte. Convencidos de las bondades del plan de negocios que acababan de trazar, los estudiantes presentaron un resumen ejecutivo al recién constituido consejo, el cual encontró puntos que podrían mejorarse y resaltó las limitaciones. Daniel y otros estudiantes mejoraron el plan.

Pasaron tres años y varios planes de negocio. Ni el tiempo ni las críticas mermaron el entusiasmo del Daniel. Al contrario, con cada nueva versión del plan y con los resultados de cada presentación, Daniel aumentaba su comprensión del tema, y sabía que cada vez se acercaba más a tener un proyecto viable y factible.

Cuando se presentó la cuarta versión del plan de negocios en 2009, se habían integrado al consejo otras personas de primer nivel, como la M. en C. Julia Carabias, profesora de la UNAM y Exsecretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP), el Dr. Carlos Ramírez Martínez, Exdirector General de Acuicultura de la SEMARNAP, y Marco Unzueta Bustamante, Director General Adjunto de Investigación en Acuacultura del Instituto Nacional de Pesca.

Cambio de planes
A partir de esa reunión de 2009 todo cambió. Carlos Ramírez planteó que la idea, tal como estaba formulada, iría directo al fracaso, y explicó los antecedentes. La tasa de supervivencia del camarón es muy baja si no se maneja bien, ya que su cuidado requiere personal muy calificado (que no había en Pinotepa Nacional). Además, la zona en la que se planeaba emprender el proyecto no era favorable para el camarón. La sugerencia del Dr. Ramírez fue que se pensara en cultivar otro producto.

Lo que parecía derrumbar el esfuerzo de tres años de trabajo, fue todo lo contrario. Los argumentos de los especialistas eran incuestionables, y gracias a esas sugerencias los jóvenes empezaron a pensar en proyectos más acordes con las condiciones de la región. Tanto el Dr. Ramírez como el Dr. Unzueta asesoraron la restructuración del proyecto, recomendaron especialistas y aconsejaron sobre la legislación correspondiente.

Ya con los nuevos especialistas, surgió la idea de enfocarse en el cultivo de especies nativas de alto valor comercial, como el robalo o el huachinango. Pero la propuesta no resolvía el problema, ya que esas especies no estaban suficientemente domesticadas, y aunque la tecnología estaba dando buenos resultados experimentales, aún no se podía comercializar. En opinión de los expertos, “estamos cerca, pero todavía no llegamos”. El reto era mayúsculo.

Apuesta por la innovación
Con nuevos bríos, Daniel y un nuevo equipo de colaboradores comenzaron a buscar asesores tecnológicos. Sabían que necesitaban expertos en acuicultura y pusieron manos a la obra. Investigaron en revistas científicas, memorias de congresos e internet los nombres de los científicos más destacados. Localizaron a ocho científicos y les escribieron para presentarles el proyecto social y explicarles que tenía el objetivo de que una población rural, de las más pobres en México, pudiera tener una forma sostenible de desarrollo.

De los ocho científicos, cuatro respondieron con interés en apoyar la causa. Uno de ellos, Samuel Appelbaum, no solo respondió que le gustaba la idea, si no que se ofreció a viajar al país para participar en la planeación y ejecución del proyecto. El Dr. Appelbaum es uno de los investigadores con mayor prestigio mundial y es considerado el padre de la acuicultura del desierto.

LAsegurada la participación del Dr. Appelbaum, Daniel consultó al Dr. Unzueta para que le recomendara a un socio tecnológico en México. Wilfrido Contreras Sánchez, de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), era la persona ideal para colaborar en el proyecto. El Dr. Contreras y su equipo llevaban varios años trabajando en la domesticación del robalo, además de que contaban con un gran reconocimiento internacional, lo que les permitiría tener contacto con otros investigadores del mundo.

Al Dr. Contreras le encantó el proyecto y mostró toda su disposición a colaborar. Además, invitó a participar a Kevin Fitzsimmons, investigador de la Universidad de Arizona y Expresidente de la Sociedad Mundial de Acuicultura, con quien compartía una larga amistad y el interés por la disciplina. El Dr. Fitzsimmons también se mostró interesado en participar en el proyecto.

Después de un año de trabajo surgió Multico, un sistema acuícola eficiente que produce tres especies de manera simultánea. Mediante un proceso continuo, con Multico se logró cultivar una especie carnívora, el robalo; una especie omnívora, la tilapia, y una especie detritívora, el camarón. Es como tener tres tipos de comensales con diferentes necesidades.

La gran innovación del sistema es que adapta los principios del ecosistema natural, de tal manera que es posible cultivar varias especies al mismo tiempo. Como los desechos de una especie son los insumos de otra, se favorece la supervivencia y se reducen los costos. Además, el sistema Multico requiere la mitad de la inversión inicial de cualquier otro sistema acuícola y aumenta sustancialmente la productividad por hectárea por año. Chile es uno de los países con mayor productividad acuícola con un promedio de 17 ton/ha/año. Le sigue Tailandia con 15 ton/ha/año, y en México estamos en 2 ton/ha/año. En pruebas experimentales, el sistema Multico ha logrado producir 175 ton/ha/año, diez veces más que la productividad de Chile.

Multico está diseñado para funcionar a una escala pequeña, de aproximadamente 0.1 hectáreas, como una granja familiar en la cual trabajen los cinco o seis integrantes de una familia. El plan es que la empresa que comercializará Multico venda membresías de una operación llave en mano, en la que la empresa construirá toda la infraestructura, brindará capacitación, proporcionará el alimento y comercializará la producción. Los que van a trabajar la granja la van a rentar por 30 000 pesos al mes y su fuente de ingreso será la venta de la producción. La ventaja es que no tendrán que comercializar con intermediarios o distribuidores, lo que implicará recibir un precio justo por su producto. Como la producción es de ellos, está en su propio interés fomentarla. Asimismo, no tendrán que hacer una inversión inicial de seis millones de pesos, que es el costo de una granja.

A finales de 2010 se inició la construcción de una unidad piloto en la que hicieron las primeras pruebas industriales de la tecnología. La parte crucial era probar que lo que marchaba en la teoría funcionaba realmente en esta unidad instalada en Pinotepa Nacional.

En febrero de 2011, los tres científicos, Daniel y David presentaron una solicitud de patente para México y Estados Unidos en el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI).

En marzo de 2011 se constituyó formalmente Maricultura Vigas, SAPI para comercializar Multico.

A la fecha se han llevado a cabo varias pruebas piloto de Multico que han permitido detectar fallas y corregirlas o minimizarlas, y se abrió una escuela para capacitar a los futuros colaboradores. El proyecto está en un punto de inflexión para empezar un desarrollo económico sostenible.

Referencias

González Brambila, C., L. Arcinega y D. Ruiz Massieu, D. (2014), “Un camino a la innovación tecnológica en México: Quince casos de éxito”, Cengage Learning.

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