Edición 60, Número actual, Recursos Humanos

Sembrando semillas de mejora en el desierto

Por: Dr. Luis Arciniega, ITAM

La sala de usos múltiples de la pequeña comunidad coahuilense de Laguna del Rey muestra una inusual actividad. Decenas de personas entran y salen del recinto donde la mañana del siguiente día tendrá lugar el gran evento anual de la localidad. No se trata de un palenque, feria o exposición agroindustrial; se trata del concurso anual de mejora continua organizado por la empresa Magnelec. No es un evento corporativo cerrado al público,  muy al contrario, a este asisten familiares de los integrantes de los equipos que resultaron finalistas en el año recién terminado, ya que la implantación de sus ideas de mejora continua han impactado en la eficiencia operativa de los procesos de la empresa, y fueron preseleccionados para llegar a la gran final, en donde ejecutivos del corporativo al cual pertenece la compañía, fungen como jueces para elegir a los mejores equipos con base en el grado de innovación y alcance de los proyectos.

Como si se tratara de un gran evento musical, la gente hace fila desde muy temprano para ingresar al auditorio y llenarlo hasta que no quede un solo espacio disponible. La emoción y el estrés son latentes. Las pancartas se empiezan a desplegar. Llama la atención ver a niños en edad escolar apoyando con gran entusiasmo a sus papás, incluso en algunos casos a sus abuelos o tíos, y se pueden leer cartulinas con leyendas como: “Yo apoyo a mi mami del equipo monarcas”, “Jaguares vencerá” o “yo apoyo a mi abuelito Pedro”.

Breve historia de la empresa

Magnelec es una compañía filial de Grupo Peñoles, la cual se encuentra asentada al lado de uno de los más grandes yacimientos de sulfato de sodio del planeta. El centro urbano más cercano es Torreón, el cual se ubica a dos horas y media de recorrido por carretera. Durante el verano no es raro ver que los termómetros registren temperaturas que rayan los 50 grados centígrados, algo normal en esta región semidesértica del país.

La compañía tiene más de 50 años de operación y aunque es parte de un grupo industrial líder en el sector de la minería, su giro principal es la producción de insumos químicos para la industria. La planta es uno de los más grandes productores mundiales de sulfato de sodio, elemento básico en la fabricación de detergentes, así como de otros productos químicos muy valorados en actualidad, como uno que sirve en la fabricación de recubrimientos para la construcción, que retardan en forma significativa la propagación del fuego en caso de incendio.

En México, los sectores petroquímico y automotriz, entre otros, fueron pioneros en la implantación de sistemas de mejora continua a través de las diferentes modalidades de trabajo colaborativo, como por ejemplo los equipos autónomos o autodirigidos. En el caso de la minería, en México tardó un poco más en la puesta en práctica de estas metodologías. La variabilidad en el precio internacional del producto estrella de Magnelec hizo desde hace más de dos décadas que la empresa se preocuparan por mejorar la eficiencia de sus procesos para poder ofrecer precios competitivos ante una creciente presencia de jugadores asiáticos en el mercado. La mejora continua era sin duda la herramienta óptima por aplicar para alcanzar este objetivo.

El hecho de que el yacimiento se ubicara en medio del desierto hizo que se tuviera que establecer un pueblo donde residieran los colaboradores de la empresa, lo que también trajo otros inmigrantes que operan las microempresas que atienden las necesidades cotidianas de la población, como supermercados o lavanderías, y desde luego, profesionistas y técnicos que brindan servicios a la comunidad como médicos, enfermeras o los profesores que imparten clases en las primarias, secundarias y bachilleratos que educan a los niños y jóvenes de esta localidad con alrededor de 4500 habitantes.

Un fenómeno muy curioso que ha sucedido en la localidad y que ha favorecido en gran medida a que los estudiantes de Laguna del Rey tengan un desempeño académico sobresaliente, de acuerdo con los rankings del estado de Coahuila, es el hecho de que varias de las esposas de los técnicos y profesionistas que trabajaban en el mundo corporativo en las ciudades cercanas, al mudarse a Laguna del Rey dejaran ese mundo y emigrarán al educativo, en el que hoy son profesoras de secundaria o bachillerato. No es raro ver casos como el de una ingeniera química que trabajaba en el área de calidad de la poderosa industria de lácteos de La Laguna y que hoy se desempeña como profesora de Química en una de las secundarias del pueblo. En otras palabras, los niños y jóvenes de la localidad se han visto favorecidos por este fenómeno migratorio.

El auge del concurso y la ayuda a la comunidad

La gerencia de la empresa tomó la decisión, hace más de 26 años, de realizar un concurso anual de mejora continua para institucionalizar la relevancia que tenía para la compañía la filosofía de mejora, generar una competencia positiva entre los equipos y reforzar el vínculo social entre la empresa y las familias, de modo que los hijos de los empleados se dieran cuenta de la contribución de sus padres a la organización y que sintieran orgullo por el trabajo de sus progenitores. La receta de cocina ha sido tan exitosa, que el evento se realiza anualmente y cada vez a mayor escala, y participar se ha convertido en una aspiración entre los colaboradores de la compañía.

Desde hace varios años, las ideas de mejora de los equipos han ido más allá de los procesos de la empresa. Los integrantes de los mismos se han dado cuenta de que su trabajo colaborativo puede trascender al ámbito laboral, por lo que han decidido realizar proyectos comunitarios en Laguna del Rey. Por ejemplo, uno de los equipos observó que la gente del pueblo tenía que pasar varios minutos en pleno rayo del sol mientras esperaban el arribo de los autobuses foráneos que pasan por la localidad. Con su iniciativa y su trabajo, y con materiales donados por la empresa, el equipo construyó una parada de autobús techada y con asientos. Otro equipo detectó que las familias del pueblo tenían que recortar sus horas de diversión en el pequeño parque que se ubica en los límites de la localidad, ya que tras ponerse el sol era prácticamente imposible que los niños pudieran jugar. Solicitaron el apoyo de la empresa para conseguir lámparas y cable, y ellos mismos se encargaron de desarrollar un sistema de alumbrado que hoy permite que las familias de Laguna del Rey tengan más horas de esparcimiento al aire libre.

El efecto colateral inesperado

En un grupo de discusión realizado con uno de los equipos ganadores en ediciones previas del concurso anual de mejora, en el cual se buscaba sondear los beneficios individuales y colectivos del sistema, uno de los participantes comentó que su hija, quien se encontraba realizando estudios de ingeniería en Monclova, le había llamado unos días antes para preguntarle algunos detalles del proceso de mejora continua, ya que tenía que hacer una presentación al día siguiente, y se había vuelto la estrella de su grupo, además de tener asombrado a su profesor por lo mucho que sabía del tema, por lo que tenía que esmerarse en la presentación para no perder su reputación de experta. El papá, con gran orgullo, acotó: “y cómo no va a saber mucho, si desde muy chiquita no se perdía una sola edición del concurso anual de mejora, tal y como si fuera La Voz México o algo así”. Este interesante comentario estimuló mi interés por rastrear si se trataba solo de un efecto individual o si el sistema había trascendido a nivel colectivo. Solicité el apoyo de la empresa para visitar una de las primarias y secundarias de la localidad, y poder entrevistar a los niños que estudiaban ahí para dimensionar en qué medida las semillas de mejora continua sembradas a través de la asistencia al concurso anual habían rendido frutos. En mi visita a una de las primarias, tuve la oportunidad de entrevistar simultáneamente a tres niños de quinto y sexto grado. Los tres fueron elegidos aleatoriamente. Uno de ellos era hijo de un ingeniero de la empresa, otro de un supervisor y la más pequeña, de un operador de línea. Con absoluta naturalidad los tres me describieron que para mejorar algo, era estrictamente necesario medir lo que se quería mejorar, y que a partir de que se decidía qué se iba a medir y cómo, el siguiente paso era poner a la gente a pensar qué acciones tomar para que las mediciones registraran un mejor desempeño;  además, que era muy importante compartir los resultados con el equipo y buscar la forma de celebrar los logros, y reflexionar y analizar los fracasos. La conclusión de la entrevista fue contundente: las semillas de mejora sembradas en el desierto habían dado frutos inesperados, un caso impactante de cómo una iniciativa corporativa puede tener un relevante impacto en la sociedad.

Publicar un Comentario

Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos requeridos están marcados con un *

*
*

Puedes usar estas etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>