Edición 41, Recursos Humanos

¿Sabemos trabajar en equipo?

Por: Víctor Hugo Luque


Año Olímpico

Los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna se celebraron en 1896 en la ciudad de Atenas. A partir de esa fecha, cada cuatro años los atletas de todo el mundo compiten siguiendo el lema del barón Pierre de Coubertin: “más rápido, más alto, más fuerte”. Desde entonces, y con la excepción de los juegos XII y XIII, que fueron cancelados por la Segunda Guerra Mundial, la atención del mundo deportivo se centra en las competencias que se celebran en la ciudad designada por el Comité Olímpico Internacional, como fue el caso de México en 1968.

En este 2012, a tan sólo unos días de que se celebren los XXX Juegos Olímpicos en Londres, todo México se pregunta cuántas medallas ganaremos. La respuesta es incierta; sin embargo, al hacer un recuento de los medallistas olímpicos de nuestro país, nos llevamos una sorpresa si consideramos su participación desde el punto de vista del trabajo en equipo. México ha ganado 55 medallas olímpicas a lo largo de la historia, de las cuáles doce han sido de oro. De esas doce medallas, sólo el equipo ecuestre de las Olimpíadas de Londres en 1948 consiguió una medalla colectiva, en una disciplina en la que cada jinete salta a su turno y al final se suman los puntos de todos.

Grupo de Trabajo o Trabajo en Equipo

Los resultados de los deportistas mexicanos nos sirven para hacer una reflexión sobre por qué se obtienen mejores resultados en las competencias individuales que en las competencias de conjunto. La respuesta apunta a raíces culturales e ideológicas.

Cuando uno piensa en ser profesionista (economista, administrador, actuario, contador, abogado, ingeniero, doctor, etc.), piensa también en la manera de adquirir distintos tipos de conocimiento, de incrementar la gama de capacidades técnicas, y de ejercitar el razonamiento analítico, pero todos estos objetivos se basan en el esfuerzo individual. Tanto en la educación media como en la educación superior, pocas actividades o tareas se hacen como trabajo en equipo, y cuando las hay, generalmente los alumnos se reparten el trabajo y lo unen al final para sumar las aportaciones individuales, de la misma manera que el equipo ecuestre de Londres en 1948.

Ahora bien, cuando una persona empieza a trabajar y a aplicar lo que aprendió en la universidad, al mismo tiempo está consciente de que su desarrollo profesional será basado en la competencia individual que impone el mundo laboral actual. Al paso del tiempo, ese estudiante que se convierte en trabajador se encuentra con situaciones en las que sus actividades requieren el apoyo de otras personas o áreas de empresas e instituciones y tiene que integrarse a un grupo de trabajo.

Si el grupo de trabajo obtiene resultados positivos, el reconocimiento es de todo el grupo, o al menos así debería de ser; pero si los resultados son negativos, ¿la responsabilidad también es de todos? Probablemente entre los miembros del grupo de trabajo habrá distintas opiniones sobre quién pudo tener una mayor responsabilidad por un resultado que no fue el esperado. Si el reconocimiento en caso de un resultado positivo y la responsabilidad en caso de un resultado negativo es de todos los integrantes, hablamos de trabajo en equipo. En cambio, cuando tanto el reconocimiento como la responsabilidad se diluyen entre los integrantes, nos referimos a un grupo de trabajo.

La diferencia pareciera trivial, pero no la es, ya que la impresión que se genera en los integrantes de un equipo, en lo individual, puede generar un concepto negativo y afectar gravemente los incentivos para trabajar en equipo. En particular, en el momento de establecer las metas que hay que alcanzar, debe quedar claro para todos los miembros que, en un equipo de trabajo, todos ganan y todos pierden, dependiendo del desempeño colectivo.

Condiciones para el Trabajo en Equipo

Basándonos en una definición ampliamente difundida: “Un pequeño número de personas con habilidades complementarias, que están comprometidas con un propósito, un conjunto de metas de desempeño y una orientación común, por los cuales se hacen mutuamente responsables”, es posible sentar los fundamentos del “trabajo en equipo”. Este concepto establece una situación particular que todo miembro de un equipo debe entender: “Un equipo es mucho más que la simple suma de sus partes o las aportaciones individuales de cada integrante”.

En primer lugar, las habilidades complementarias o capacidades distintas de los equipos de trabajo son una realidad que se debe de comprender, aceptar y aprovechar en beneficio del funcionamiento colectivo. Podemos clasificar las capacidades que se integran en un equipo que funciona correctamente en tres grandes rubros: 1) experiencia técnica u operacional, que generalmente es la más desarrollada en los individuos, ya que abarca todos los conocimientos que se adquieren en educación media, superior e incluso en la mayoría de los estudios de posgrado; 2) capacidad analítica para tomar decisiones y resolver problemas, que también es parte de la formación académica y del desarrollo profesional, y que se amplía conforme los individuos ganan experiencia desempeñando roles de liderazgo en sus equipos de trabajo; y 3) las habilidades interpersonales, que generalmente no se inculcan en la formación académica ni tampoco se desarrollan con la experiencia que se va adquiriendo en la vida profesional. En particular, habilidades como aceptar la crítica constructiva, reconocer los intereses y los logros de otras personas, otorgar el beneficio de la duda a posiciones distintas a las propias, mantener la objetividad y aprender a correr riesgos, son herramientas indispensables para el buen funcionamiento de cualquier equipo de trabajo; desafortunadamente, estas habilidades no se transmiten ni se asimilan de manera homogénea en nuestro país (así, en los deportes de conjunto, la falta de estas habilidades en un equipo genera roces, diferencias y hasta rupturas entre los miembros, lo que se conoce como “hacer mal vestidor”).

En segundo lugar, la responsabilidad mutua es una situación que transforma a un grupo de trabajo en un equipo de trabajo, ya que la responsabilidad se asume como colectividad y no en lo individual. Esta transformación requiere la confianza y el compromiso de los integrantes. En nuestro país, la competitividad malentendida y el individualismo no son incentivos que ayuden al “trabajo en equipo”, puesto que impiden ubicar parte del resultado en el esfuerzo de un tercero distinto a uno mismo, y tampoco motivan a responsabilizarse por las acciones de otro. Esta situación de responsabilidad mutua está ligada forzosamente al desempeño común, ya que el resultado del equipo tiene que ser evaluado por la meta y el compromiso como equipo (por ejemplo, en un partido de futbol todos los integrantes obtienen el mismo resultado como conjunto, independientemente del desempeño individual de cada jugador, ¿o alguna vez se ha dicho que los defensas pierden, los medios empatan y los delanteros ganan?).

En tercer lugar, aunados a las habilidades complementarias, la responsabilidad mutua y el objetivo común de un equipo, los aspectos corporativos e institucionales de cada empresa cumplen un papel central como promotores del trabajo en equipo. Las condiciones para que un equipo sea exitoso en el ámbito profesional incluyen dos preguntas que tienen que ser atendidas por la alta dirección: ¿Cómo se manejan los equipos de trabajo? ¿La compañía apoya realmente el trabajo en equipo? La primera respuesta tiene que ver con el perfil de liderazgo y la manera en la que los agentes de cambio dirigen a sus equipos para que trabajen matricialmente con todas las áreas de la empresa, y no sólo en las que tienen influencia, generando cotos de poder muy dañinos para el trabajo en equipo. La respuesta a la segunda pregunta está relacionada con la cultura que la empresa genera entre sus colaboradores, mediante actividades que impulsen la integración de los empleados y con sistemas de reconocimiento y desempeño que fomenten los resultados colectivos más que los individuales (los esquemas tradicionales de evaluación del desempeño favorecen los reconocimientos a los individuos más que a los equipos de trabajo).

Finalmente, el trabajo en equipo es una condición necesaria para que las instituciones se sitúen en un nivel superior de desempeño. Esta conclusión se basa en la premisa mencionada al inicio de esta sección: “los resultados de un equipo de trabajo son mejores que la suma de los resultados individuales de sus integrantes”.

Es posible Trabajar en Equipo

La pregunta con la que empezamos era si sabemos trabajar en equipo. La respuesta es más que una simple negativa, como vimos en este artículo. En diversos estudios se señala a los japoneses y a los alemanes como los que mejor trabajan en equipo, según criterios como la responsabilidad mutua, el reconocimiento de capacidades complementarias, un propósito común y metas para el desempeño colectivo.

Tanto Japón como Alemania sufrieron los efectos devastadores de la derrota en la Segunda Guerra Mundial y reconstruyeron su nación basándose en el concepto de trabajo en equipo, ampliamente aceptado entre la población, además de otros factores culturales y económicos que explican su recuperación y que le demuestran al resto del mundo que sí es posible trabajar en equipo.

Es cierto que es más fácil desarrollar las capacidades analíticas e incrementar el conocimiento técnico que mejorar las habilidades para relacionarse con las personas, que es menos riesgoso asumir responsabilidades propias que responsabilidades colectivas, y que el arraigado individualismo inhibe la participación efectiva para trabajar en equipo. Sin embargo, los resultados positivos, los casos de éxito en otras partes del mundo y los beneficios que genera el trabajo en equipo hacen evidente que las empresas e instituciones de nuestro país deben brindar su apoyo organizacional para fomentar los equipos de trabajo multidisciplinarios. Es una importante reflexión para los líderes mexicanos. Estos elementos sientan bases para que todos dejemos de ser simples componentes individuales de un grupo de trabajo y nos convirtamos en verdaderos jugadores y piezas clave, para contribuir al éxito de los equipos de trabajo en los que participemos durante nuestra vida profesional.?

Referencias

http://www.caremexico.com.mx

http://www.amte.org.mx/portal

http://hbr.org/magazine

http://www.london2012.com

http://www.olympic.org/mexico

2 Comentarios

  1. Juan Legorreta
    Publicado %A %B %e%q, %Y en 6:22 pm | Permalink

    La individualidad de los mexicanos ha sido objeto de estudio desde hace mucho tiempo, sin duda uno de los mejores trabajos es “El Laberinto de la Soledad” y recientemente leí un artículo en la revista nexos donde se nos califica como “Liberales Salvajes” cuya característica principal es el individualismo, la falta de confianza en las personas “ajenas” a nuestro circulo y nuestra dificultad para generar comunidad.
    La pregunta es: cómo lo cambiamos? Sabemos que el trabajo en equipo genera mejores resultados y mas rápido, pero aun así seguimos viendo actitudes individualistas en cualquier ámbito de nuestra vida cotidiana.
    Mi respuesta es: generando conciencia en las nuevas generaciones y procurar llevarla a cabo cuantas veces nos sea posible.
    Creo que ahora “muchas” personas estamos conscientes de ello pero también creo que aun somos minoría.

    Saludos

  2. Rogelio Padilla A
    Publicado %A %B %e%q, %Y en 8:00 pm | Permalink

    Si bien es cierto que nuestras ideologias o costumbres nos han llevado a la practica individual la cual la llevamos a cabo en nuestro espacio laboral, lo cual muchas de las veces es algo positivo porque nosotros forjamos nuestro propio camino y podemos demostrar nuestras capacidades.

    Por otro lado, el trabajo en equipo es hoy en dia de suma importancia en las empresas ya que los procesos productivos requieren que exista coordinacion entre areas y/o tareas dentro de un departamento laboral con el fin de que exista un buen clima organizacional y finalmente todo el esfuerzo de quienes laboran dentro de una empresa se vea reflejado cuando se obtiene la aprobacion de los consumidores.

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