Edición 41, Estrategia

Fracasar para Triunfar

Por: Claudia González y Daniela Ruiz

“A failure can still blossom into a great wonder”
- Anónimo

México está entre los países que consideran que la creación de nuevos negocios es una vía para establecer un mayor dinamismo al desarrollo económico y social. Por ello, diversos organismos gubernamentales apoyan la creación de empresas y, en especial, las de aquellos negocios con alto potencial de crecimiento y capacidad de crear valor. Existe evidencia de que las empresas nuevas estimulan la economía a través del pago de impuestos, generación de empleos y aumento del consumo, logrando que el gobierno recaude más recursos para infraestructura y servicios, generándose así un círculo virtuoso.

Existe evidencia también de que los países que tienen programas para el apoyo al emprendimiento tienen tasas más altas de creación de empresas que aquellos que no los tienen. (Acs and Laszlo, 2007; Peng et al., 2009; Peng et al., 2008).

Sin embargo, el riesgo para los individuos que deciden iniciar nuevas empresas es alto. A pesar de que todos los emprendedores buscan afanosamente el éxito, un gran número falla en sus primeros intentos. De acuerdo a la BBC México (2010) y la comunidad PYME de El Economista (2012) cada año en México nacen 200,000 empresas, pero cerca del 80% cierra antes de cumplir su segundo año, y de las empresas que sobreviven, más del 50% cierra sus puertas antes de cumplir 5 años de operación.

Las causas de los fracasos son múltiples. Entre las más comunes están el desconocimiento del mercado, la falta de planeación, un modelo de negocio débil y la falta de pericia para administrar una empresa. Es inevitable cometer errores y todos hemos fallado. Sin embargo, en el caso particular del emprendimiento, fallar es parte del proceso y puede llegar a tener grandes beneficios. Cuando los emprendedores aprenden de sus equivocaciones, la probabilidad de fracasar disminuye drásticamente después del primer par de intentos. Es más, el beneficio de fracasar puede llegar a ser muy positivo si se considera que al analizar las causas de las fallas, los programas de apoyo pueden incidir directamente en las causas y se generar información relevante sobre qué tipos de emprendimiento que no funcionan. (Hoetker y Agarwal, 2007; Knott y Posen, 2005).

Entonces, si fallar puede tener grandes beneficios ¿porqué somos renuentes al fracaso? ¿por qué no tratar de entender, administrar y aprender de los errores?  ¿Por qué no ayudar a que los emprendedores aprendan a fallar, se recuperen y emprendan nuevamente en busca del éxito esperado?

Los Errores también deben verse como Fuente de Innovación.

Históricamente, avances tecnológicos relevantes han sido resultado de lo aprendido de los errores. Por ejemplo, el exitoso producto de 3M, el post-it, es consecuencia de un error del Dr. Spence Silver, un científico que en 1968 trabajaba para la empresa y buscaba una formulación para un pegamento con alto grado de adherencia. El producto que obtuvo fue un “fracaso” por un tiempo, hasta que en 1974, otro científico de 3M, Art Fry, encontró una aplicación útil para ese producto. Ambos estaban muy lejos de imaginar el extraordinario éxito que tendría poco tiempo después.

Otro ejemplo significativo es el Viagra, un producto fracasado en un ámbito, pero muy exitoso en otro. Lo que ahora conocemos como Viagra es el resultado del trabajo de dos investigadores de la farmacéutica Pfizer -Simon Campbell y David Roberts-, que en 1985 buscaban un compuesto para controlar la hipertensión. Siete años después se llegó a la conclusión que no servía para atender problemas cardiacos, pero que el efecto secundario encontrado en pacientes voluntarios podía ser comercialmente lucrativo.

No en todos los países existe una cultura de aceptación del fracaso en el ámbito empresarial. En un extremo se encuentra Japón, donde la tercera causa de muerte entre los emprendedores es el suicidio, al que recurren cuando fracasan en un negocio. En el otro extremo se encuentra Estados Unidos, en donde la probabilidad de obtener un préstamo bancario es mayor si el emprendedor ya ha tenido alguna experiencia -buena o mala- emprendiendo.

Un buen ejemplo de esta actitud es el caso de un joven ejecutivo de IBM, que en la década de los 60s tomó una decisión en el ámbito de la innovación que le costó a la compañía alrededor de 10 millones de dólares.  El director general de IBM, Tom Watson, llamó a su oficina a este ejecutivo, quien al llegar le dijo que suponía que lo iba a despedir.  “¿Despedirte? de ninguna manera, le dijo Watson-. “Acabamos de gastar 10 millones de dólares en tu educación”. (Heath, 2010).

Este ejemplo ilustra claramente una actitud que entiende el fracaso en el emprendimiento como parte inevitable del proceso, como un camino de aprendizaje y de maduración. Por eso, podemos decir que existe una diferencia abismal entre entender el fracaso como un resultado y entenderlo como parte de un proceso. Quienes lo entienden como un proceso, tienen altas probabilidades de lograr el éxito.

Aceptar el fracaso como un proceso de aprendizaje y como una fuente de innovación es una estrategia que empresas innovadoras han implementado dentro de su cultura organizacional. Por ejemplo, Google designa el 10% del total de sus recursos a experimentar, innovar y tomar riesgos.

En el fondo, se trata también de una cuestión de expectativas. De expectativas sociales y a nivel individual. Si se quiere tener un ecosistema que fomente la creación de nuevas empresas, se debe conferirles un mayor reconocimiento social a aquellos que toman el riesgo y no logran el éxito en los primeros intentos. Estos son los mejores candidatos de una sociedad para lograr aportaciones significativas a su desarrollo y bienestar.

No solamente los directivos de las empresas deben inculcar la importancia de fallar dentro de sus organizaciones, sino también las escuelas y universidades, siendo parte fundamental del ecosistema emprendedor, deben enseñar a los estudiantes cómo prepararse y cómo tomar ventaja de los errores y fracasos que inevitablemente enfrentarán a lo largo de sus vidas profesionales.

Esta tendencia está tomando fuerza en algunas universidades en Estados Unidos. Por ejemplo, Babson College aborda el tema del fracaso a través de varios modelos, teorías y casos de estudio donde analizan los fracasos y no solamente los éxitos de las empresas. En sus clases, los profesores enfatizan la importancia de explorar las causas del fracaso y entender los mecanismos para aprender de ellos para implementar mejores estrategias y tomar mejores decisiones para el futuro. Los estudiantes aprenden que los emprendedores no solamente deben celebrar el éxito sino también acoger el fracaso. La premisa se basa en que muchos negocios fracasan y aceptar esto y aprender de otros cometiendo errores son componentes centrales de emprender un negocio.

La experiencia de emprender un negocio es un proceso impredecible e iterativo y para triunfar, el emprendedor debe tener una alta tolerancia a la frustración y al fracaso, debe estar preparado para aprender y responder, para reintentar y continuar tomando riesgos. En conclusión, solamente estando mejor preparados para fracasar, se puede triunfar.?

Fuentes:

Heath Chip y Heath Dan, “Switch: How to change things when change is hard”, Broadway Business, 2010.

Nájar, Alberto; BBC Mundo, 7 de enero de 2010.

Naranjo, Fabiola, “El Empresariomx”, Comunidad PYME de El Economista, abril de 2012.

Neck, Heidi, “Reframing failure as intentional iteration: New research on how entrepreneurs really think”, Babson Entrepreneur Experience Lab.

2 Comentarios

  1. Linda Pérez
    Publicado %A %B %e%q, %Y en 8:26 pm | Permalink

    Me parece un artículo muy interesante. De alguna u otra manera todos nos beneficiamos con la creación de nuevas empresas, tanto el gobierno por el pago de impuestos, como la sociedad por la creación de nuevos empleos y por supuesto también el emprendedor. Aunque debemos reconocer que el riesgo para estos últimos es alto.
    Claro está que los emprendedores siempre buscaran el éxito, desafortunadamente un gran número falla en sus primeros intentos por diferentes razones, considero que entre las más comunes esta la falta de planeación, habilidad y destreza para administrar una empresa.
    Sabemos que es inevitable cometer errores y cuando emprendemos, fallar es parte del proceso, el punto es analizar las causas que provocaron tales fallas y por lo tanto aprender de esas equivocaciones. Será más benéfico ver el fracaso como parte del proceso de aprendizaje y no como un resultado final.
    Concuerdo con las escritoras de este artículo al mencionar que a los estudiantes se nos debe enseñar cómo prepararnos y cómo tomar ventaja de los errores y fracasos que enfrentaremos a lo largo de nuestras vidas profesionales.
    Sin lugar a dudas ser un emprendedor es muy provechoso para todos y finalmente creo que vale la pena tomar el riesgo.

  2. Rogelio Padilla*Agui
    Publicado %A %B %e%q, %Y en 7:49 pm | Permalink

    “El que no falla es porque no ha intentando nada” es una frase que una vez escuche de un antiguo jefe de departamento y creo que se adapta muy bien a esta lectura. El emprender un negocio tiene sus riesgos y en el riesgo se incurre mucho en la falla, pero es precisamente las fallas las que nos hacen replantear nuestras estrategias para mejor nuestra forma de trabajar o ver desde otras perspectivas las cosas, algunos lo llamamos experiencia.

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