Edición 47, Estrategia

Con el Viento a Favor de los Emprendedores

El panorama emprendedor en México se encuentra en uno de sus mejores momentosPor: Claudia González y Silvia González

Existen muchas mentes creativas deseosas de que tengamos una economía basada en la innovación y la tecnología que permitan que nos desarrollemos como un país más equilibrado y competitivo. Aquí exponemos algunas ideas que permiten afirmar que en México sí se puede innovar…

Existen muchas mentes creativas deseosas de que tengamos una economía basada en la innovación y la tecnología que permitan que nos desarrollemos como un país más equilibrado y competitivo. Aquí exponemos algunas ideas que permiten afirmar que en México sí se puede innovar, y que nuestro ecosistema emprendedor es cada vez más robusto y cuenta con más actores.

El pasado 17 de septiembre, la revista Scientific American publicó un artículo titulado “Why Can’t Mexico Make Science Pay Off?”, escrito por Erik Vance. Se relata en él la historia de Enrique Reynaud, profesor de biología molecular de la UNAM, quien en conjunto con un equipo de genetistas, crearon la empresa Biohominis. Con un financiamiento inicial de 500,000 dólares, otorgado por el Gobierno Federal, esta empresa de base tecnológica desarrolló diversas técnicas de pruebas genéticas para identificar la proclividad de las personas a la hipertensión, la diabetes, el cáncer y problemas metabólicos, entre otras enfermedades.

La innovadora compañía del doctor Reynaud prometía convertirse en el tipo de empresa que México requiere para tener un desarrollo económico sustentable, y la historia relata que tenía todo para tener éxito: innovación tecnológica, un buen equipo y financiamiento. Sin embargo, la empresa cayó en bancarrota dos años después de haber sido creada.

En opinión de Vance, este caso demuestra que México es la antítesis de Silicon Valley, y que estamos muy lejos de utilizar nuestro talento para crear productos globales, nuevas tecnologías y startups. El artículo de Vance ilustra la dureza y falta de rigor con la que algunos juzgan a nuestro país en términos de emprendimiento innovador. De acuerdo con estimaciones de la National Venture Capital Association de los Estados Unidos, entre 25 y 30% de los startups fracasan, por lo que llegar a conclusiones con respecto al conjunto de nuestro ecosistema emprendedor sobre la base de un solo caso no exitoso es algo poco riguroso y sin fundamento.

Por supuesto que hay en México casos no exitosos, igual que en cualquier parte del mundo, pero también hay muchos que son muy exitosos. El punto que queremos destacar en este artículo es que en México el viento nunca ha estado más a favor de los emprendedores que en la actualidad. Tenemos estabilidad macroeconómica, una diversidad de apoyos gubernamentales, prácticamente todas las universidades del país promueven una cultura de innovación y emprendimiento, y cada vez hay más fondos ángeles y de capital de riesgo.

De acuerdo con el Global Entrepreneurship Monitor, la actividad emprendedora en México pasó de 9.6% en 2011 a 12% en 2012, lo que es una muestra de que el emprendimiento sí “paga”.

El número de emprendedores que encuentran una oportunidad de mercado y la atienden de una manera innovadora va en aumento, aunque todavía son pocos para el tamaño de la economía de nuestro país. El reto más importante que enfrentamos es crear nuevas empresas de alto impacto, es decir, aquellas que tienen un gran producto o servicio, un modelo de negocio innovador, una ventaja competitiva difícil de imitar, que son escalables, capaces de generar empleos bien remunerados y que hacen aportaciones importantes al Producto Interno Bruto (PIB) del país.

Tener una idea brillante y poder comercializarla no es lo común, ya que en realidad se tienen que reunir varios factores para que un emprendedor tenga éxito. De acuerdo con Timmons y Spinelli (2009) una oportunidad debe tener por lo menos dos de seis factores críticos:

  • Licencia
  • Patente
  • Exclusividad
  • Buen equipo
  • Tecnologíar evolucionaria
  • Activos complementarios

De estos factores críticos, los startups más exitosos son los que cuentan con un buen equipo y desarrollaron una tecnología revolucionaria. Justo lo que menciona Vance que tenía Biohomins.

A la luz de ver varios casos de éxito y fracaso, nosotras añadiríamos que otros factores críticos de éxito son la paciencia y contar con un inversionista que crea en la idea. Todas las empresas necesitan un tiempo para consolidarse y empezar a generar utilidades, y aunque muchos expertos opinan que en promedio ese lapso es de dos años, la verdad es que puede ser bastante mayor, particularmente cuando se trata de productos con un alto contenido de conocimiento científico y tecnológico.

Por ejemplo, Tesla, la compañía de autos eléctricos, reportó por primera vez ganancias en el primer trimestre de 2013, después de 10 años de operaciones. Sus fundadores, Martin Eberhard y Marc Tarpenning, financiaron la empresa por un año; posteriormente Elon Musk comenzó a invertir en ella, con la idea de masificar la comercialización de autos eléctricos.

Amazon, la empresa líder en comercio minorista por internet, se creó en 1995 y no fue sino hasta el 2001 que alcanzó el punto de equilibrio. Twitter fue fundada en 2006 y, hasta su salida a la bolsa de valores a principios de octubre de 2013, la empresa todavía presentaba pérdidas.

KidZania, la cadena mexicana de centros de “eduentretenimiento” (combinación de entretenimiento con educación), alcanzó su punto de equilibrio en 4.5 años, a pesar de que el modelo de negocio considera como ingresos no sólo la venta de los boletos de entrada de los niños a los centros, sino las aportaciones de los patrocinadores.

Por supuesto que para que una empresa de reciente creación pueda sobrevivir una década sin generar utilidades lo que se necesita son varias rondas de inversión. Pero para que haya inversionistas se requiere tener un excelente producto o servicio, un buen equipo, y tener convicción en la idea, para que quien invierta tenga paciencia.

No todas las ideas van a ser exitosas, pero mientras mayor sea el número de buenas ideas que se ponen a prueba mayor va a ser el número de casos de éxito. Y para tener muchas ideas, se requiere un ecosistema emprendedor que estimule a estudiantes, profesionistas, académicos y aventureros a generar conceptos con un componente innovador. Y justamente ahí es donde se ve un avance significativo en México.

La iniciativa privada ha creado numerosos premios y campañas para fomentar el emprendimiento, como son el Premio Santander a la Innovación Empresarial, el Desafío Intel, el Premio al Estudiante Emprendedor, el IBM Start Camp, el BBVA Open Talent and Red Innova, entre otros. Para fomentar el networking entre jóvenes emprendedores se han creado también una diversidad de iniciativas, tales como el Startup Weekend, el Campus Party, el Startup Drinks, y la Global Entrepreneurship Week, por mencionar algunas.

Por su parte, el Gobierno Federal creó el Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM), y ofrece una cartera importante de apoyos a emprendedores y micro, pequeñas y medianas empresas mediante el Fondo PYME, FINNOVA, PRODIAT, Innavapyme, Innovatec y Proinnova, y el Fondo para la Innovación Tecnológica, entre varios otros

Figura 2. Modelo para la administración del cambio

El número de fondos de inversión también ha crecido de manera importante. Fondos como Wayra, Angel Ventures Mexico, Capital Indigo, Mexico Ventures, Venture Institute, Mexican VC, Gerbera Capital, New Ventures Mexico, y Latin Idea Ventures son relativamente jóvenes y están significando un cambio en la disponibilidad de capital de riesgo en nuestro país. De acuerdo con un estudio hecho por Enrique Wiencke, de Venture Capital, en promedio los capitalistas de riesgo en México son hombres, de 42.7 años, con estudios de maestría, y que han invertido en empresas por sólo 2.8 años.

Este mismo estudio menciona que los fondos han invertido, en promedio, en 3.7 empresas y tienen bolsas de 457 millones de pesos. En opinión de la mayoría de estos inversionistas, en México hay más dinero para invertir que buenas ideas.

No hay duda de que una parte importante de las buenas ideas debe surgir de centros de investigación y universidades. Los ejemplos exitosos de las aportaciones de la Universidad de Stanford al crecimiento de Silicon Valley y las del Massachussets Institute of Technology (MIT) al desarrollo del corredor de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en la Ruta 128 nos muestran que las universidades han sobrepasado sus funciones tradicionales de docencia e investigación para convertirse en agentes clave de innovación para el desarrollo económico.

La historia de Biohominis no debe desalentarnos. Por el contrario, debe enseñarnos que una buena idea y un buen equipo no son suficientes para llevar a buen puerto una innovación tecnológica. Se requiere de un ecosistema emprendedor que permita encontrar una o más puertas de fondos de capital de riesgo que crean e inviertan en la idea para que en un tiempo la empresa empiece a generar ingresos importantes.

Desconocemos las razones por las que Biohominis cayó en bancarrota, pero sería interesante estudiarlas y que otros emprendedores aprendan de la experiencia. Lo que es seguro es que no se puede culpar de su tropiezo al ecosistema nacional de emprendimiento. No todos los emprendedores exitosos triunfaron la primera vez que lo intentaron. Y, como decía Winston Churchill, “El éxito significa brincar de tropiezo en tropiezo sin perder el entusiasmo”. Si el doctor Reynaud se anima a intentarlo de nuevo, sin duda su probabilidad de éxito va a ser mucho mayor.

Es seguro que en los próximos años vamos a presenciar la creación de un mayor número de empresas mexicanas de alta tecnología, competitivas internacionalmente, surgidas de universidades y centros de investigación, y que contribuirán de manera importante al crecimiento del PIB de nuestro país. Sería deseable que los numerosos casos de éxito que han surgido en años recientes también sean publicados en revistas internacionales, mostrando que el talento en México sí se usa para generar productos de alto valor agregado.?

Referencias

  • Timmons, J. A., Spinelli, S., 2009, New Venture Creation: Entrepreneurship for the 21st Century, 8th edition, Mc Graw Hill.
  • Vance, E., Why Can´t Mexico Make Science Pay Off?, Scientific American Magazine, October 2013 Issue.

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