Desarrollo Empresarial, Edición 55, Mercadotecnia

Cómo nacen las empresas

Cómo nacen las empresasPor: Nomara Parra, Alejandra Barroeta y Tatiana Petrone

Para entender qué sucede en México cuando se habla de “emprendimiento”, además de definir quiénes son emprendedores, lo ideal es informarse sobre qué es el ecosistema emprendedor y qué elementos lo conforman. El emprendedor es parte de un sistema, como lo es una hoja del árbol, o un árbol del bosque. El panorama se llena con quienes trabajan, quienes inician nuevos caminos y quienes se dedican a ofrecer bienes y servicios: las empresas.

Ahora bien, detrás de esas empresas, detrás de esos emprendedores, hay individuos e instituciones que contribuyeron para que se pudiera concretar una idea de negocios. A todas esas personas y partes de un todo se les conoce como actores del ecosistema emprendedor. En este ecosistema se encuentran incubadoras, aceleradoras, inversionistas e incluso universidades o el gobierno, todos con el objetivo de aportar valor dependiendo de su función, su experiencia y sus vínculos con los otros participantes, lo cual enriquece el resultado final y beneficia a todos los participantes. Más de un término ya forma parte del dominio público.

De acuerdo con la ponencia IMEF de 2013, “Un México de emprendedores” (un trabajo de equipo para aportar reflexiones y propuestas a la comunidad financiera y al país), los emprendimientos de alto impacto no se dan de manera aislada ni son obra de la casualidad. Para que nuevos emprendimientos tengan un efecto sustantivo en la actividad económica de un país o una ciudad, se requiere generar un ecosistema de emprendimiento (Casas Alatriste, 2013).

Si se parte de cero, del surgimiento de una idea, ¿qué actores del ecosistema participan en esta etapa? Cuando el emprendedor pretende consolidar su modelo de negocios por medio de validaciones comerciales y financieras que sostengan la existencia de un mercado interesado en su oferta de valor, las incubadoras figuran como organismos especializados que contribuyen a revisar la idea para que sea parte de la economía formal.

Las incubadoras trabajan en particular con empresas de reciente creación y gran potencial de crecimiento. Son modelos de negocios no tradicionales, innovadores y con un componente tecnológico elevado. Durante los últimos años, estas nuevas empresas se han incrementado en el país, lo cual ha favorecido al ecosistema emprendedor.

Las incubadoras de alto impacto son un elemento fundamental que cumplen dos objetivos principales: 1) promover la creación de negocios con bases institucionales; y 2) contribuir al desarrollo de nuevos productos y servicios que atiendan las necesidades y problemáticas sociales de la región. Las incubadoras se enfocan en los ejes de un gobierno ciudadano: gobernabilidad, seguridad y protección ciudadana; desarrollo económico sustentable; habitabilidad y servicios, espacio público e infraestructura; eficacia, rendición de cuentas y combate a la corrupción.

En el Distrito Federal, el Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) solo reconoce siete incubadoras de alto impacto: Angel Ventures México, Wayra, Venture Institute, Jardín de Innovación, InnovaUnam, Tecnológico de Monterrey campus Santa Fe y Startup México.

Normalmente, durante la incubación se ofrecen a los emprendedores distintos servicios, como un espacio compartido con otros participantes del ecosistema para operar, con línea telefónica e internet, desarrollo de entregables (planes de negocios y modelos financieros), mentorías y consultorías personalizadas sobre los modelos de negocio e incluso asesoría específica con modelos financieros y estudios de viabilidad comercial.

Las incubadoras cuentan con diferentes programas de incubación. Depende completamente del emprendedor decidir qué incubadora le ofrece un mayor valor agregado de acuerdo con sus intereses y visión de su empresa. En general, las incubadoras tratan de crear el mayor número de empleos formales, incorporar tecnologías de vanguardia o nuevos usos de la tecnología existente y preparar herramientas para competir en mercados nacionales e internacionales. El resultado es un modelo de negocios bien estructurado y una tasa de supervivencia superior al resto de las empresas de su sector industrial.

Para empresas consolidadas y con mayor grado de avance se encuentran las aceleradoras. Originalmente, los programas de aceleradoras fueron creados para apoyar a las empresas gacela. Según la Secretaría de Economía, las empresas gacela son las que presentan tasas de crecimiento superiores a las del promedio del sector al que pertenecen y, en consecuencia, son también las que más contribuyen al desarrollo de la economía. Entre las aceleradoras reconocidas por el INADEM se encuentran: PwC México, Endeavor, New Ventures, NETBA y Victoria 147, aunque hay muchas otras, cada una con su particular metodología de aceleración y dedicadas a diferentes industrias1.

Por medio del INADEM, que es un órgano descentralizado de la Secretaría de Economía, el gobierno impulsa al ecosistema con diversas tácticas. Asimismo, en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 se establece como una de las Metas Nacionales para un México Próspero la estrategia 4.2.4, que fija como objetivo ampliar el acceso al crédito y a otros servicios financieros. Esto significa que mediante la banca de desarrollo y con recursos aprobados en el presupuesto de egresos de la Federación, haya un apartado económico para consolidar un fondo de apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas.

El INADEM también impulsa al ecosistema con su poder de convocatoria en la Red de Apoyo al Emprendedor, la cual se define como una estrategia de articulación y vinculación de las políticas y programas de apoyo para emprendedores y MiPyMES de las diferentes instancias de gobierno y del sector privado. Este proyecto no tiene precedentes y significa que la comunicación entre los actores será uniforme y que las actividades estarán alineadas en caminos similares, en lugar de tener esfuerzos aislados cuyos resultados no se convierten en beneficios comunes.

No se espera que el gobierno sea el principal motivador, sino que facilite el aprovechamiento de los recursos que ya se tienen y que antes distribuía el Fondo PyMe. Ahora se tiene una estrategia definida que abarca a los demás actores y los ayuda a colaborar.

Hay otros recursos, aparte de los gubernamentales. Si la empresa ya validó su modelo de negocios y quiere reunir capital para pasar a la siguiente etapa, se le recomienda acercarse a un fondo de capital privado. Entre los fondos que operan y realizan inversiones en México se encuentran LIV Capital, Alta Growth, Ventures Capital, AVM I, IGNIA, Adobe y otros. Se diferencian por la inversión promedio por empresa, los sectores en los que invierten y su tesis de inversión.

Es responsabilidad del emprendedor verificar que su proyecto cumpla con los requisitos del fondo antes de solicitar una reunión con sus funcionarios; de lo contrario, es muy probable que a los encargados del fondo les quede la impresión de que el emprendedor no hizo ninguna investigación y no lo contemplarán entre sus primeras opciones de inversión. Otro factor importante de la reunión es que se trata de la primera oportunidad de impresionar al inversionista y captar su interés por un proyecto.

Todavía hay otros actores, menos reconocidos, que son los mentores. No cumplen una función formal, pero constituyen una pieza clave para el desempeño de los emprendedores.

Recientemente, Richard Branson, fundador y presidente de Virgin Mobile, dijo: “No importa qué tan inteligente sea un emprendedor ni qué tan brillante o innovador sea su concepto de negocios; de cualquier manera necesita un buen mentor. La diferencia entre un emprendedor que parece competente y uno que ya disfruta del éxito está en la mentoría”.

Aunque está demostrado el efecto positivo de la mentoría en las empresas, menos de la mitad de los emprendedores buscan a un mentor. Las causas pueden ser diversas: una cultura en la que dar a conocer los problemas o retos proyecta una imagen de fracaso; la desconfianza de exponer las ideas por temor a que las roben o simplemente el desconocimiento de este recurso y sus ventajas.

Sin embargo, hay razones de más peso para confiar en la mentoría que para no confiar. En México, la tasa de mortalidad de las micro, pequeñas y medianas empresas es considerablemente alta, de casi el 80% durante el primer año. Gran parte de los emprendedores que inician un negocio no cuentan con herramientas ni conocimientos para manejarlo. A esto se suma un entorno legal y fiscal que dificulta mucho establecer y consolidar empresas. En este punto la mentoría es más importante porque comunica a los emprendedores la experiencia y las habilidades de alguien que puede enfrentar los retos.

La mentoría tiene buenos resultados en la tasa de supervivencia y la generación de ingresos y de empleos, además de que fomenta la motivación y la confianza del emprendedor. Es fundamental que los emprendedores encuentren al mentor adecuado para hacer crecer su negocio y que finquen una relación de confianza para que celebren sesiones de enriquecimiento intelectual para todos.

He aquí algunas claves para encontrar al mentor ideal:

  1. Definir bien el problema o reto. Cuanto más clara y concreta sea la solicitud de ayuda por parte del emprendedor, más sencillo será encontrar el soporte adecuado.
  2. Tener iniciativa. Buscar, buscar y seguir buscando. Localizar a las personas que tengan las habilidades y los conocimientos que el emprendedor necesita, además del tiempo necesario para apoyarlo. El emprendedor deberá hablar con varios candidatos cercanos y, de preferencia, expertos en su sector, para que se decida por el mejor para su caso en particular.
  3. Estar listo para aprender. El emprendedor tiene que reconocer que no lo sabe todo y que puede aprender de otros. Deberá también estar abierto para escuchar los consejos de su mentor y las críticas positivas.
  4. Ser honesto y transparente. Cuanto más sepa el mentor de la empresa y los retos que enfrenta, mejor ayudará al emprendedor a resolverlos.

Por otro lado, se necesitan más mentores, expertos que estén dispuestos a poner al servicio de otros sus habilidades y experiencia. Quien cuente con una trayectoria en el mundo de los negocios haría bien en compartir con otros lo que ha aprendido.

En la ponencia IMEF del 2013 se dice lo siguiente:

Los modelos son simplificaciones de la realidad que ayudan a entenderla mejor. En este sentido, tener un modelo, un esquema o una representación gráfica mejora la comprensión de los fenómenos sociales. En muchos casos, estos gráficos siguen una lógica geométrica, rígida, jerárquica, que no es una fiel representación de estas nuevas realidades que se están viviendo. Por esto, buscamos una figura en la naturaleza que pudiera usarse para representar y ayudar a entender a estos ecosistemas; pensamos en un corte neuronal, en átomos o en galaxias y, finalmente, encontramos algo más sencillo y accesible: una flor. Tanto en su estructura como en su función reproductora existen similitudes importantes con estas comunidades emprendedoras. [Casas Alatriste, 2013]

Fuente: Tomado de Casas Alatriste, 2013.

En la práctica cotidiana, los profesionales viven inmersos en sus propias actividades y posiblemente no advierten que ya forman parte del ecosistema.

La riqueza del ecosistema emprendedor reside en la influencia de cada uno de los componentes y en su capacidad de conectarse para intercambiar los recursos que poseen. Estos recursos son capital humano, de relaciones, intelectual o económico. El resultado de sumar esfuerzos aislados comprobará la teoría de que 1 + 1 puede llegar a ser 3, o más.

Así como el ser humano es testigo de la diversidad de hábitats naturales, cada uno con su propio contexto, de forma similar el ecosistema emprendedor en México es único e irrepetible. Intentar crear una copia de modelos de países desarrollados sería un empeño irracional que estorbaría a la evolución propia y natural de nuestro país. Claro que siempre es posible aprender de mejores prácticas, pero sin olvidar el principio básico hacia el que país debe avanzar: idear, diseñar, patentar y producir en México.

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