Edición 43, Finanzas

Capital Humano, Capital Financiero y el Ciclo de Vida del Inversionista

Por: Renata Herrerías
CFA

Ahorrar es la acción contraria a consumir. Las personas ahorramos para poder consumir más en el futuro o al menos para poder consumir lo mismo que hoy. Por ejemplo, el objetivo de los sistemas de pensiones de todo el mundo es asegurar que las personas, al momento de su retiro, puedan sustituir su ingreso laboral con los recursos ahorrados durante los años de trabajo. Esto significa que la riqueza generada a lo largo de la vida laboral tendría que ser suficiente para mantener a una persona durante toda su vida

¿Qué constituye la riqueza de una persona? ¿Qué significa optimizar la riqueza de una persona? ¿Cómo se optimiza la distribución de la riqueza laboral? ¿Qué factores hay que tomar en cuenta para dicha optimización? Esto ha sido un tema de estudio continuo en las finanzas modernas y es un asunto clave para los gobiernos, sobre todo en países en los que antes los jóvenes pagaban el retiro de los viejos y en los cuales cada vez hay más jubilados en proporción a la población económicamente activa. La discusión tiene muchos aspectos de gran importancia, desde el monto de las aportaciones para el retiro y la administración (inversión) de los recursos aportados, hasta la mejor forma de entregar los recursos al momento de la jubilación. Cada parte del proceso es fundamental para que los recursos sean suficientes para que una persona tenga recursos económicos suficientes hasta el día de su muerte. El concepto de distribuir la riqueza de una persona a lo largo de toda su vida se conoce como “finanzas del ciclo de vida” (life cycle finance).

Riqueza de las personas = capital financiero + capital humano

Es común olvidar que la riqueza de los individuos no sólo se limita a los recursos financieros que tienen, ya sea que se trate de dinero líquido o de activos como un bien inmueble o algún instrumento financiero. Un componente fundamental de la riqueza de una persona es su potencial de obtener ingresos por las horas trabajadas. Es lo que se conoce en economía como el “capital humano” de una persona. Cuando somos jóvenes, nuestra principal riqueza es la capacidad de trabajar y el potencial que tenemos para generar ingresos a lo largo de nuestra vida laboral. Al comienzo de la carrera laboral, nuestra riqueza financiera es muy poca comparada con el valor de nuestro capital humano. Conforme pasa el tiempo, el valor del capital humano va disminuyendo, mientras que la riqueza financiera aumenta. Los años de educación y la acumulación de conocimiento incrementan el capital humano de una persona simplemente porque la probabilidad de generar mayores ingresos también se eleva. Para nadie es desconocido que incrementar el capital humano en una sociedad se traduce en mayor riqueza económica y en mayor bienestar para la población en general.

El valor del capital humano es un bien sujeto a riesgos que en ocasiones son mucho mayores que los riesgos de una inversión financiera. La posibilidad del desempleo, la inestabilidad en el ingreso o inclusive la incapacidad para continuar laborando o la muerte ponen en riesgo la generación de ingresos y en consecuencia disminuyen el valor del capital humano. Si para las decisiones de inversión consideramos los riesgos a los que están sujetos los instrumentos financieros, ¿por qué no siempre se consideran también los riesgos del capital humano si también es parte de nuestra riqueza? La simple consideración del valor del capital humano y de sus riesgos cambia drásticamente la forma en que tomamos nuestras decisiones financieras. Por ejemplo, comprar un seguro de vida es una forma de proteger nuestro capital humano contra el riesgo de muerte, sobre todo cuando hay otros que dependen económicamente de este capital.

Ciclo de vida y diseño del portafolio de inversión

La teoría moderna del portafolios de Markowitz introdujo la idea del equilibrio óptimo entre riesgo y retorno que debería tener un portafolio de inversión. Los portafolios se forman buscando la combinación “óptima” de activos que maximice el rendimiento del inversionista dada su tolerancia al riesgo o bien que minimice el riesgo dado cierto objetivo de retorno. Sin embargo, este marco no toma en cuenta los factores de riesgo del capital humano de un inversionista ni mucho menos la etapa de vida en que se encuentre. De hecho, es un modelo estático, sin consideraciones de optimización al paso del tiempo. Desde el punto de vista financiero, la vida de las personas se puede dividir en tres etapas: 1) la etapa de crecimiento y formación, 2) la etapa de acumulación de riqueza, y 3) la etapa de retiro. Para maximizar nuestra riqueza, las decisiones de ahorro y consumo tendrían que considerar las tres etapas y no centrarse, como generalmente lo hacen, nada más en la etapa de acumulación.

En 1992, Robert Merton, Zvi Bodie y William Samuelson propusieron un nuevo modelo de preparación de portafolios en el que se considera por primera vez el capital humano. El diseño de una estrategia de inversión para una persona, además de tomar en cuenta sus predilecciones de riesgo y retorno, debería incluir factores como las preferencias de ahorro y consumo así como el equilibrio entre tiempo libre y cantidad de horas trabajadas en cada momento de su ciclo de vida. Las decisiones de inversión no deben ser estáticas, es decir, no sólo deben considerar la situación actual del inversionista y sus metas de corto plazo, sino también las de largo plazo. Los individuos tienen distintos horizontes de inversión según el momento de su vida. El portafolio de inversión debe maximizar la riqueza del ahorrador de tal manera que se optimice el uso de dicha riqueza a lo largo de toda la vida del inversionista. Es lo que en economía se conoce como “maximizar la utilidad esperada de la riqueza”. Una contribución importante del modelo de Merton, Bodie y Samuelson fue explicar por qué una persona joven, con mayor flexibilidad en su vida laboral, puede correr muchos más riesgos con su portafolio financiero que una persona mayor. La riqueza de las personas jóvenes está compuesta principalmente por su capital humano, mientras que su capital financiero es pequeño en proporción. Dada cierta tolerancia al riesgo, si el capital humano presenta pocos riesgos y hay flexibilidad, entonces se pueden correr más riesgos en el portafolio de activos financieros. Una persona joven tendrá la capacidad de compensar pérdidas significativas en su portafolio financiero con su ingreso laboral.

Riesgos del capital humano

Como se dijo, el capital humano no es un activo sin riesgos. En cada etapa de la vida se corren riesgos y algunos se pueden mitigar o eliminar. Por ejemplo, durante la etapa de acumulación un riesgo importante es la muerte, que afecta principalmente cuando el trabajador tiene dependientes económicos. El mecanismo para cubrir este riesgo son los seguros de vida. Otro riesgo de la etapa de acumulación es la posibilidad de perder el empleo o que el ingreso disminuya, para lo cual generalmente no hay mecanismos de cobertura. En algunos países existen los seguros de desempleo o. como parte de los programas de seguridad social, se apoya al trabajador en las épocas de desempleo, pero los recursos son solamente para consumo y no para ahorro. La mejor manera de reducir el riesgo inherente al ingreso es ahorrar más; de esta manera, cuando el ingreso disminuya habrá más riqueza financiera. Por otra parte, cuanto mayor es el monto de la riqueza financiera, más grande es la posibilidad de acumular retorno, esto es, se multiplica el efecto positivo de recibir retornos sobre los retornos (interés compuesto). Una tasa de ahorro mayor en las etapas tempranas de la fase de acumulación permite que el capital financiero tenga más tiempo para aumentar.

Finalmente, durante la etapa de retiro o fase final del ciclo de vida el riesgo principal es el de la longevidad; es decir, la posibilidad de que el ahorro de las personas se agote y no cubra todos los años de vida de retiro. No cabe duda de que mayor planeación y mayores tasas de ahorro durante la época de acumulación hacen que disminuya el riesgo de la longevidad; sin embargo, es importante pensar en otros mecanismos para mitigarlo. Una forma es comprar una anualidad que entregue pagos periódicos al trabajador todos los años que viva después de su retiro. El dinero ahorrado se intercambia por una anualidad que se paga periódicamente hasta que la persona muera.

La visión tradicional y la diversificación en el tiempo

Equivocadamente se piensa que un joven puede tolerar un mayor riesgo sobre su riqueza financiera porque el horizonte de inversión de largo plazo le permitiría recuperarse de pérdidas significativas. Esta idea se conoce como “diversificación en el tiempo”. Sin embargo, el riesgo de un evento catastrófico aumenta con el tiempo. Si el horizonte de inversión es bastante largo, la posibilidad de una crisis financiera como la de 2008 se incrementa considerablemente. En realidad, lo que concede el horizonte de largo plazo es mayor tiempo para reconstruir la riqueza financiera cuando ocurren pérdidas o, en otras palabras, hay más capital humano para compensar las pérdidas en el capital financiero. Por eso los jóvenes cuyo capital humano tiene menor riesgo en las etapas tempranas pueden correr mayores riesgos con su portafolio de activos financieros.

Una visión integral

Las decisiones sobre cuándo y cuánto ahorrar se deben tomar integralmente, considerando que el capital humano es uno más de nuestros activos. Un empleado de la industria automotriz haría mal en invertir su capital financiero en títulos de deuda o de capital de empresas pertenecientes al mismo ramo. Una persona sin empleo fijo o sin ingresos constantes, periódicos y seguros no debería correr riesgos con su portafolio de inversión. En cambio, cualquier persona con un contrato fijo y salario definido con tasas de crecimiento constantes debería poner sus ahorros en instrumentos más riesgosos y con mayor potencial de retorno. Un portafolio óptimo es el que el que considera distintos horizontes de inversión y el que diversifica los riesgos de todos los componentes de nuestra riqueza: el riesgo financiero se compensa con capital humano y viceversa.

Resulta fundamental no perder de vista que las decisiones que se tomen hoy tendrán un impacto importante en la cantidad de riqueza financiera acumulada para el retiro. Cualesquiera que sean nuestras preferencias de ahorro y consumo, la mejor decisión financiera es la que distribuya nuestra riqueza a lo largo de toda la vida.?

Referencias

Bodie, Z., 2003, “Thoughts on the Future: Life-Cycle Investing in Theory and Practice”, Financial Analysts Journal, enero-febrero.

Bodie, Z., Merton, R.C. y Samuelson, W., 1992, “Labor supply flexibility and portfolio choice in a life cycle model”, Journal of Economics Dynamics and Control, 16, 427-449,

Ibbotson, R.G., Milevsky, M. A., Chen, P. y Kevin X. Zhu, K. X., 2007, Lifetime Financial Advice: Human Capital, Asset Allocation, and Insurance, CFA Institute, Research Foundation.

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