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PYMES en la CIMA
Posted By Ceci On 12 marzo, 2012 @ 9:00 In Edición 40,Estrategia | No Comments
Por: Antonio Lloret
Profesor Investigador de la Escuela de Negocios
ITAM
El movimiento actual de sustentabilidad y responsabilidad social de las empresas pareciera ser un esfuerzo dirigido exclusivamente a empresas grandes, a las que cotizan en bolsa o simplemente a las que reconoce la población en general. Sin embargo, poco más de 99 de cada 100 empresas en México son pequeñas o medianas, PYMES. Estas empresas, si bien sólo concentran 35% de la producción bruta total, emplean a 73% del personal ocupado (INEGI 2010). No es poca la importancia que tienen las PYMES en la economía, la sociedad y el medio ambiente; por esta razón, es necesario que generen un sentido de sustentabilidad o responsabilidad social en proporción a su tamaño y, en la medida de lo posible, su impacto.
Las PYMES deben formular una estrategia de sustentabilidad que esté alineada con su competitividad y generación de valor; de otra forma, la sustentabilidad de la PYME se convierte, en el mejor de los casos, en una idea romántica.
El principal objetivo de la sustentabilidad es generar valor económico, social y ambiental para perdurar. Consiste en pasar de ver a la empresa como generadora de valor monetario (medido en pesos y centavos) a verla como una empresa capaz de generar valor dentro y fuera de su entorno económico, social y ambiental. Porter llama a este concepto shared value, “valor creado” (Porter y Kramer 2011). Freeman et al. lo llaman stakeholders value, “valor para los agentes de interés” (Freeman et al. 2010).
Además, se ha planteado la hipótesis de que al adoptar una estrategia de sustentabilidad o de responsabilidad social, eventualmente la empresa generará beneficios económicos (Clarkson et al. 2007; King y Lenox 2001; Orlitzky, Schimdt y Rynes 2003). La hipótesis ha sido probada parcialmente en el extranjero, aunque hay dudas de si en realidad los beneficios económicos no son más un reflejo de la eficiencia operativa (Porter y van der Linde 1995). Para el caso de México, no hay información empírica sólida de que la hipótesis sea válida en lo general. Podemos afirmar que, en este tema, estamos en pañales.
En algunos estudios se indica que la reputación (González-Lara 2008) o la filantropía (Weyzig 2007) son detonadores de acciones de sustentabilidad; sin embargo, en modelos estructurales económicos se señala que la adopción de prácticas de sustentabilidad ambiental es una consecuencia de una regulación más estricta (Blackman et al. 2007; Ruiz-Arredondo, Rivera-Planter y Muñoz-Piña 2006), capacitación subsidiada por el regulador (Dasgupta, Hettige y Wheeler 2000) o bien de incentivos del mercado, como el acceso a mercados internacionales o la demanda de bienes y servicios de gobiernos comprometidos con la conservación del medio ambiente (Blackman et al. 2007; Montiel y Husted 2009). La adopción de sistemas de administración ambiental no significa necesariamente que las empresas sean más rentables.
En el único estudio empírico que aproxima la idea de competitividad a la de sustentabilidad en México, se encontró que en compañías de más de 500 empleados, seis de cada diez empresas considera que las acciones de sustentabilidad que han implantado les han generado beneficios económicos (Aigner y Lloret 2011).
Suponiendo que sea cierto que la sustentabilidad genera mayores beneficios económicos o, simplemente, que la búsqueda de la sustentabilidad en la empresa puede llevar a eficiencias operativas, vale la pena preguntar si las PYMES son proclives a esta dinámica y, de ser así, cómo y por dónde empezar.
La respuesta, que bien podría estar en el aire (Dylan 1963), en realidad se encuentra en “La CIMA”.
CIMA es un acrónimo de los pasos que debe dar una PYME y cualquier otra empresa para adoptar una estrategia de sustentabilidad que genere valor en el medio interno y externo. La CIMA consta de acciones específicas que la compañía puede emprender inmediatamente y sin incurrir en costos para adoptar una estrategia de sustentabilidad.
Lo primero que hay que hacer para llegar a la CIMA es pensar que el tamaño de la empresa no debe de ser el motivo para adoptar una estrategia sustentable. De hecho, cualquier empresa, por diminuta que sea, puede lograrlo.
La CIMA consiste en generar valor en la empresa, valor compartido dentro y fuera con sus agentes de interés, accionistas, proveedores, clientes, empleados, el gobierno y hasta la competencia.
La CIMA es la estrategia de Conocer, Innovar, Medir y Actuar que lleva a generar valor económico, social y ambiental.
Conocer
Conocer equivale a entender las tendencias del mercado, y las fortalezas y debilidades de la empresa.
Innovar
Medir
Adaptar, Adoptar, Aprender y Actuar
La estrategia de sustentabilidad es una estrategia de generación de valor en la que el conocimiento de tendencias, la innovación y rediseño de procesos, bienes o servicios, la medición y la acción permiten alcanzar una mayor competitividad y emprender esfuerzos de sustentabilidad. Recuerde: mañana, cuando llegue a su negocio, directo a la CIMA.?
Bibliografía
Aigner, Dennis J., y Antonio Lloret. 2011. “Sustainability and Competitiveness.” UC-MEXUS.
Blackman, Allen, Bidisha Lahiri, William Pizer, Marisol Rivera-Planter y Carlos Muñoz-Piña. 2007. “Voluntary Environmental Regulation in Developing Countries: Mexico’s Clean Industry Program.” Resources for the Future.
Clarkson, P. M., Y. Li, G.D. Richardson y F.P. Vasvari. 2007. “Does It Really Pay To Be Green: Determinants and Consequences of Proactive Environmental Strategies.” Simon Fraser University.
Dasgupta, Susmita, Hemamala Hettige y David Wheeler. 2000. “What Improves Environmental Compliance? Evidence from Mexican Industry.” Journal of Environmental Economics and Management 39: 39-66.
Freeman, R. Edward, Jeffrey S. Harrison, Andrew C. Wicks, Bidhan L. Parmar y Simone de Colle. 2010. Stakeholder Theory. The State of the Art. Cambridge, Cambridge University Press.
González-Lara, Mauricio. 2008. Responsabilidad social empresarial. México, Grupo Editorial Norma.
INEGI. 2010. “Resumen del Censo Económico 2009.” Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.
King, Adrew y M.J. Lenox. 2001. “Does It Really Pay to Be Green? Accounting for Strategy Selection in the Relationship Between Environmental and Financial Performance.” Journal of Industrial Ecology 4: 105-16.
Montiel, Ivan, and Bryan W. Husted. 2009. “The Adoption of Voluntary Environmental Management Programs in Mexico: First Movers as Institutional Entrepreneurs.” Journal of Business Ethics 2009 88: 349-63.
Orlitzky, M., F.L. Schimdt y S.L. Rynes. 2003. “Corporate Social and Financial Performance: A Meta-analysis.” Organization Studies 24: 403-41.
Porter, Michael E., y Claas van der Linde. 1995. “Toward a New Conception of the Environment-Competitiveness Relationship.” Journal of Economic Perspectives 9 4: 97-118.
Porter, Michael E., y Mark R. Kramer. Enero de 2011. “Creating Shared Value.” Harvard Business Review: 1-17.
Ruiz-Arredondo, José, Marisol Rivera-Planter y Carlos Muñoz-Piña. 2006. “Incentivos económicos de las empresas a participar en acuerdos ambientales voluntarios.” México, Instituto Nacional de Ecología.
Weyzig, Francis. 2007. “Corporate Social Responsibility in Mexico.” Accountancy Business and the Public Interest 6 1: 1-157.
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