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La Crisis Financiera y La Naturaleza de la Banca
Posted By Ceci On 25 septiembre, 2012 @ 9:55 In Edición 42,Finanzas | No Comments
Por: Ma. Fernanda Gómez
There is no disaster that can’t become a blessing, and no blessing that can’t become a disaster.
Richard Bach
Nuestro planeta se ha visto inmerso en innumerables desastres en los últimos años. Devastadores terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, huracanes, tsunamis y otros acontecimientos han puesto a prueba a la humanidad. Basta recordar el 11 de marzo del 2011, en que Japón fue golpeado por el terremoto de mayor intensidad en los últimos 140 años, 8.9 grados en la escala de Richter. Una fuerte muralla de agua barrió con campos de arroz, inundó pueblos, arrastró casas y se llevó todo lo que encontró a su paso. No fue un accidente, fue un evento inesperado que destruyó prácticamente al país. A un poco más de un año de este triste suceso, Japón se empieza a recuperar.
Pero la furia de la naturaleza, a pesar de la tragedia humana que causa, parecería menor ante el daño que nos hacemos nosotros mismos como especie. Qué mejor ejemplo que la reciente y persistente debacle de los mercados financieros. Los volatilidad y el nerviosismo de los mercados han hecho tambalear a grandes corporaciones e instituciones de gran prestigio y han puesto a prueba a países latinoamericanos, asiáticos y europeos en distintos momentos. ¿Quién iba a pensar que General Motors, importante e histórica corporación industrial que comercializa prestigiosas marcas de autos como Buick, Cadillac y Chevrolet, estuviera a punto del colapso, o que Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión de Estados Unidos y con más de 150 años de historia, terminara de un día para otro? Las implicaciones sociales, productivas, políticas y económicas de la vulnerabilidad de los mercados son de suma costosa para la sociedad. ¿Qué es lo que ha pasado?
Hace varios años, las crisis financieras derivaban de la cuenta corriente. Lo que solía pasar era que un país podía tener un déficit comercial por una sobrevaluación de su moneda, una sobreexpansión de su economía o ambas. Los países tenían deuda y había poco dinero para pagar su servicio, las reservas se agotaban rápidamente y no había préstamos disponibles. El nivel de ahorro era bajo y las tasas de inflación relativamente altas. Como resultado, una devaluación o una recesión mejoraban la situación de las cuentas nacionales, no sin impactar a la economía de las familias.
Crisis más recientes, como la de 1994-1995 en México, han afectado además al sector privado y a sus estados financieros. Se les relaciona con la imposibilidad de refinanciar las deudas y con el colapso del sistema financiero. En el caso de México, factores como el exceso de confianza por parte de los inversionistas ante la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) generaron un exceso de crédito, libre entrada y salida de capitales y la falta de regulación, supervisión y transparencia, lo cual debilitó la estructura financiera y llevó a una profunda recesión, colapso y posterior rescate del sistema. Las tasas de interés subieron, el peso se devaluó y muchas familias y negocios cayeron en quiebra. El costo representó el 14% del producto interno bruto del país. Muchas fueron las lecciones aprendidas: la banca pasó a manos extranjeras, el marco regulatorio se fortaleció, se perfeccionó el monitoreo y hoy se cuenta con una banca que cumple criterios internacionales de liquidez, solvencia y adecuación de capital.
La crisis de México tuvo poco impacto en la arquitectura financiera internacional. Sin embargo, la crisis asiática, que inició con una devaluación del baht tailandés el 2 de julio de 1997, generó turbulencias que afectaron al este de Asia y a otros países como Argentina, Brasil y Rusia. Se desató una cadena de devaluaciones en la región y abruptas caídas en las bolsas de distintos países como nunca antes se había visto. A nivel corporativo, la expansión del crédito bancario al sector privado fue excesiva. Mucha de esta deuda era en moneda extranjera, a corto plazo, y se utilizó para inversiones a largo plazo en moneda nacional, lo que creó un desajuste en los plazos de vencimiento y en las denominaciones de las monedas. La vulnerabilidad también se explicó por el riesgo de mercado derivado de posiciones en activos financieros de alto riesgo financiados con deuda. La debilidad de la banca y la falta de disciplina del mercado llevaron a correr demasiados riesgos. Una regulación prudencial débil y prácticas contables dudosas permitían esconder la situación real de la banca, la cual estaba prácticamente quebrada.
Los indicadores económicos tradicionales, tales como crecimiento económico, inflación, déficit fiscal y nivel de reservas, dejaron de ser suficientes para entender la situación real. Los indicadores de vulnerabilidad financiera nacionales y empresariales cobraron relevancia. Se insistió en la importancia de una regulación adecuada con niveles de capitalización adecuados y monitoreo constantes. El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea estableció una primera guía sobre el gobierno corporativo de la banca.
Pocos años después, la historia se repitió con un nuevo desastre financiero: la “crisis subprime” de 2008. Empresas que parecían sólidas se derrumbaron. La quiebra de Lehman Brothers, la adquisición de Bern Stern por JP Morgan, la venta de Merrill Lynch a Bank of America y el rescate de AIG pusieron de manifiesto nuevamente la vulnerabilidad del sistema financiero con su inminente caos.
Los factores comprenden elementos económicos, financieros, institucionales y de regulación; entre ellos, destacan los siguientes:
El resultado fue un sistema financiero que quedó debilitado, que perdió la confianza y que cayó en una profunda recesión económica de la cual no se ha salido.
En 2010, dos años después de la crisis subprime, se produjo la crisis de la eurozona. Lo que parecía un sueño se ha convertido en una pesadilla. Esta unión, que pretende eliminar las crisis de tipo de cambio, promover el crecimiento y multiplicar el poder económico de Europa, se cuestiona su viabilidad. El sistema funcionó por décadas; los países con menor productividad, como Grecia, Portugal y España, alcanzaban a los más productivos como Alemania y Francia.
La compra de coches lujosos y chalets en la playa, la construcción de aeropuertos, carreteras y hospitales fue una constante que producía satisfacciones, pero no perduró. Hoy, Grecia se prepara para salir del sistema del euro. El gobierno español y las entidades financieras tienen grandes retos. Italia no se sabe cuánto más podrá aguantar. Entre las principales dificultades que enfrenta la eurozona destacan:
Varios factores parecen similares a otras crisis y, al igual que en las anteriores, el sistema bancario está involucrado, a pesar de cambios regulatorios, modelos financieros complejos y estudios sobre gobierno corporativo. ¿Por qué?
El papel básico de la banca es intermediar entre oferentes y demandantes de recursos y asignar dichos recursos a las actividades que resulten más productivas. Esto contribuye al crecimiento de un país y al bienestar de la sociedad (Figura 1).
Figura 1. El papel tradicional de la banca
En este proceso de intermediación hay dos características que definen la operación de la banca y la hacen única:
Solo la banca puede hacer estas actividades eficientemente. El modelo parece claro y sencillo; sin embargo, la situación actual muestra lo contrario. ¿Qué ha pasado?
Los cambios regulatorios, la globalización, el avance de la tecnología y la aparición de nuevos intermediarios e instrumentos financieros han llevado a una transformación profunda de su función básica. Hoy la banca actúa como banca de inversión colocando instrumentos, especula como casa de bolsa y busca otorgar el mayor número de créditos para aumentar su rentabilidad. Se han convertido en grandes y complejas instituciones financieras (large complex financial institutions, LCFI) difíciles de administrar, regular y monitorear. Como ejemplo se puede señalar a los cinco grandes bancos en Estados Unidos: JPMogan Chase & Co (JPM), Bank of America Corp. (BAC), Citigroup Inc., Wells Fargo & Co. (WFC), y Goldman Sachs Group Inc. Estos bancos tenían 8.5 trillones de dólares en activos al final del año 2011, lo que equivale al 56% del la economía estadounidense según la Reserva Federal. Sus negocios de gran escala internacional los hacen más dependientes de la estabilidad de los mercados, por lo que el riesgo de liquidez y de mercado están cada vez más correlacionados y debe ponerse mayor énfasis en una adecuada administración de riesgos. Se requiere una fuerte cooperación internacional para supervisar sus actividades y parece que la regulación no ha avanzado en dicho mandato.
A diferencia de otras empresas, lo que pone en peligro a la banca son las siguientes características:
¿Qué queda por hacer?
Parece que las crisis son cada vez más recurrentes, globales y duraderas; requieren decisiones difíciles y radicales para remodelar la arquitectura internacional. Ya sean consecuencia del ciclo económico, de desajustes en la balanza de pago o de la sofisticación de los mercados, de los inversionistas y de los instrumentos financieros, los costos son enormes. Si no se pueden evitar las crisis, ¿cómo se hace para contener la caída una vez que suceden?
Kaminsky, Graciela, y Reinhart, Carmen M., “Financial crisis in Asia and Latin America: Then and now”, American Economic Review, vol. 88, mayo de 1998: 444-449.
Musacchio, Aldo, “Mexico’s Financial Crisis of 1994-1995″, Harvard Business School Working Paper, núm. 12-101, mayo de 2012.
Nelson, Rebecca M., Belkin, Paul, et al. “The Eurozone Crisis: Overview and Issues for Congress”, Congressional Research Service, mayo de 2012.
Mulbert, Peter O., “Corporate Governance of Banks after the Financial Crisis – Theory, Evidence, Reforms”, EGCI Working Paper, abril de 2010.
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